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30 de noviembre de 2022

 Hace un tiempo escribí sobre el cielo de un día cualquiera,
preguntándome cómo sería y bajo qué estrella ocurrió todo.

Hoy, en cambio, 
me ha venido a la cabeza el cielo de esta primavera y al final he dado con él.

Era de noche y solo me bastaba alzar la mirada para hundirme en la oscuridad
y en las luces de los farolillos.
Era de noche y no necesité buscar, meses más tarde,  las constelaciones sobre nuestras cabezas.
Pues solo me bastaba alzar la mirada.

Era Aries, esas pequeñas estrellas que miramos eran Aries.

Bajo las bombillas de colores el cielo se veía negro azulado.
A oscuras, el fino rayo de luz que nos despertaba era gris
y yo noté como las motas de polvo volaban a nuestro alrededor.

Luego, bajo otro cielo estrellado, 
vuelvo a notar que no hay constelación más bonita que los lunares de tu espalda cuando amanece.
Y ya no busco el cielo de otros días.
Te encuentro a ti mirándome y entiendo que, 
aunque lo más bonito de ese día fuera encontrarnos,
no hay nada que me guste más que seguir haciéndolo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que felicidad!
Leerte
Un privilegio ésta resurrección de Universos Infinitos.
Un nuevo texto encantador, llega al interior con más frescura, impregnada por su vuelta.