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21 de diciembre de 2016

Éramos bonitos.
Y endebles

Fuimos salvajes pero no supimos echar el ancla en ningún puerto.
Eramos tan bonitos que ellos nos miraban con los ojos llenos de lágrimas,
deseando lo que veían y no podían tocar.
Preciosos, 
como si la perfección existiese.
Y todos sabemos que no existe.

Endebles me refiero a que te soplaba y te caías.
Me refiero a que me tocabas y me ardía.
Éramos frágiles, tan frágiles que nos rompíamos sin darnos cuenta.
Porque era más importante que nos viesen siendo bonitos
que serlo nosotros para adentro.

Éramos inmensos.
Y abismo.

Tan grandes que incluso me podías ver y ni siquiera estabas aquí.
Abismo porque no encontrábamos suelo en el que caer
y acabábamos cayendo en nosotros mismos.
Aunque nadie lo viese porque solo veían inmensidad.

Como cuando ves sonrisa pero no alegría.
Muy como eso.

Tan profundos que dolía, 
la presión de la cuesta abajo nos apretaba con las manos.
Dolía, pero seguíamos bajando.
Intrépidos.
Temerarios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¡Impresionante!!!
No se encontrar palabras para comentar su belleza
digamos que es sencillamente BELLISIMO