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21 de enero de 2024

2 de enero de 2024

Ayer soñaba contigo y con una casa con terraza.
Había una mesita de madera con flores encima y los molinillos giraban con el viento.
El sol entraba por las ventanas y la brisa salada hacía brillar los cristales.
Era un refugio frente al mar,
caliente de vida y de café humeante.

Ayer soñaba que detrás había un bosque verde,
que el follaje se perdía a lo lejos y el cielo era azul sin nubes.
Se oían las cigarras, las palomas y las hojas al pisar.

Era tan simple ese pequeño espacio.
El hueco donde solo cabía desayunar,
el sofá pequeño pero justo del tamaño para los dos.
Olía a vela derritiéndose y a sopa en la cocina.

Todo lo cotidiano, lo normal, lo que ansío,
estaba en ese sueño.
Estabas tú, mirando a la playa desde mi lado,
¿y yo que más iba a querer?

20 de diciembre de 2023

 Dime que piensas en mi aun no viéndome.
Ayer descubrí que me duele un poquito tu ausencia.
Aun guardo en el corazón ese rinconcito que creaste,
está amueblado y las plantas crecen.
Me he encargado de quitarle el polvo y limpiarle las telarañas,
aguardo que vuelvas sintiendo que nunca te fuiste.

Por las noches duermo en él, te abrazo desde allí.
Le digo que Te quiero muy bajito a la almohada,
recordando que tu pelo, a veces, descansaba allí.

Dime que en tu cama sigo cabiendo,
que le dices Te quiero muy bajito a la almohada,
que abrazas el hueco donde descanso,
que ahora piensas en las despedidas,
que me echas de menos.

Supongo que es lo que nos queda,
aguardar el volver.
Sentir que nunca nos vamos.



8 de noviembre de 2023

 Me sentía perdida en aquel bosque,
pues las copas de los árboles me impedían ver las estrellas.
Era ilógico seguir dando vueltas marcando las cortezas,
ya que, al rato, me volvía a encontrar la misma marca de tiza.

"Párate", me dijo.
Yo solo quería seguir andando, quería salir de allí, 
pero mis propias manos tanteaban en círculos sin yo quererlo.

"Párate", repitió.

"No me quiero dejar guiar", le dije sin mirarle a los ojos.
Sentía la brisa del mar erizándome la piel,
sentía la sal pegajosa en las mejillas.
Todo aquello me resultaba tan familiar que seguí andando.

"Te caerás y me arrastrarás", escuché a mi espalda.

Pero, ¿no era aquello precisamente lo que yo más ansiaba?
El precipicio, las olas chocando contra las rocas,
las gotas ascendiendo por mis piernas,
el frio infiltrándose por mis dedos.
Caer, sí.

Pero no de la forma en la que una se espera hacerlo.

"Si me sigues, caerás conmigo" respondí.

Y nadie contestó.


27 de octubre de 2023