He descubierto que cuando me agarras del cuello puedo respirar mejor.
Que al sentirme rodeada por tus manos se me abre el horizonte ante los ojos.
¿Por qué lloraba ayer?
¿Por qué sufría ayer?
Si ahora lo que me inspira es escribirte las veces que lo necesito,
y saber que respondes cerrándome la boca,
atrapando los clavos puntiagudos que me atravesaban de punta a punta
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