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27 de febrero de 2021

crees que eres el sitio donde estoy cayendo.

Después de la orilla viene el banco y la profundidad, 
me amansa entre corrientes y cuando me quiero ir, me hunde entre sus dedos.
Me atrapo, pues en la cárcel controlo mi propia libertad,
haciéndole fotos para colgarlas en la pared de mi celda,
para acordarme de mi hueco en tu cama.

Que no me atrapen tus manos, que yo sigo corriendo entre las cuatro esquinas que me protegen.
Quiero volver a chocarme con los techos grises y que mis alas sangren, azules, hacia el mar.
¡Ojalá!
Ojala vuelvas a mis sábanas.
¡Ojalá!
Para empaparlas al marcharme e hincarte el cuchillo donde mis heridas se calcan.
Para afilarme como las navajas y hacerles sangre, esta vez, a las palmas que me sostendrán.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Impresionante y profundo relato, que intensidad,
tanta, que son tus manos que se desahogan del daño interior causado y que va escapando por ellas.
Cada día, cada instante,
disfruto más tus relatos, textos,
y a veces, tu música.
Tu sensibilidad, es extraordinaria.
Enhorabuena de nuevo.