Una vez rompí un vaso por tu culpa.
Apreté tanto que los cristales saliendo volando,
hiriéndome donde ahora no se puede alcanzar.
Dejé que las esquinas afiladas se hundieran en mi pecho,
incrustándose dentro de las costillas.
Observé que, pese al dolor, la sonrisa me inundó la cara.
La sangre caía en gotas redondas al suelo y se emborronaban al verme llorar.
¿No sería bonito?
Que me hubieras salvado,
pero simplemente te quedaste mirando como me desangraba.
Sin darte cuenta de que alrededor de mi corazón se formaba una montaña de cristales.
Que todo aquello que solté,
volvió a mi como las murallas de piedra.
Apreté los restos y dejé que se derramaran mis ojos sobre los tuyos,
de olor a hierro y a pérdidas.
Ahora solo puedo acordarme de qué era lo único que me acompañó ese día.
El vaso, el cristal resquebrajado.
Pero tú, lo que me podría haber salvado, se había ido.
Así que volví lo que me hería a mi favor.
Lo hice parte de mi.
3 comentarios:
Un personaje que se autoinflinge dolor.
Que dentro de su soledad interna,
no encuentra la salida.
No debiera durar tanto su dolor.
Tú, Universos Infinitos, has de guiarlo en su laberinto, a salir.
Dale vida con tus letras, animale, alegrale.
Un texto que encuentro triste y profundo a a la vez.
Sigo leyendo.
No es tristeza, es fortaleza
😞
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