Apoyé en la almohada todo el peso de mi consciencia y me sentí levitar.
Luego te abracé por la espalda,
entrelacé los dedos,
los fundí como el acero.
Me dije a mi misma que regaría el jardín,
te vi florecer los ojos al mirarme,
juntaste tu frente con la mía y mis miedos se esfumaron.
Di la vuelta al mundo buscándome,
hace unos meses me dijeron que me faltaba esencia.
Pero otra vez te vi sonreír,
abriste la boca y salieron manzanillas blancas hacia el cielo.
Encontré el final de recorrido y me sorprendí al verte allí de nuevo.
Supongo que el giro completo no hace avanzar...
Escogeré el zigzag.
Lo mismo que tus dedos en mi espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario