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19 de junio de 2020

son dos sílabas

Siempre he querido escribir poesía.

Creo que eso es algo que no llevo dentro igual que él en las entrañas.

Hay que nacer con ello y yo carezco de todo indicio de rima.

 

Yo prefiero sangrarme entera sin pensar en las estrofas.

No me paro a contar las sílabas sino mi vida.

Mi cabeza.

 

Parece más sencillo, pero hay que tener agallas parar mentirte tanto a ti mismo

y dejar caer tu sudor sobre las páginas.

Así como las pinturas abstractas.

 

Al fin y al cabo, todo se resume en mentirle a tus manos.

Enrevesar tus dedos y escribir lo que tu alma quiere decir pero no le dejas.

Siempre sale a flote.

No nos deja mentir.

Está ahí,

en la punta de la lengua,

en la comisura de los labios.

Y si no besas, todo sale disparado al final.

 

Si no besas, todas las letras se mezclan,

algunas explotan, otras se disuelven.

Para formar nuevas maneras de aparecer en el paladar.

 

La cuestión es que por mucho que me concentre en rimar,

todos mis demonios salen en fila india.

Directos a tus ojos.

Luego mueren allí, nadie los mata...

Mueren de hambre.

De soledad.

 

Así es como se siente la prosa.

Solitaria.

Endemoniada.

Porque todo lo que no me atrevo a admitir queda aquí marcado...

Como fuego en la espalda,

que sangra y nunca se cura.

 

Siempre he querido escribir poesía.

Pero nunca he sido capaz de ponerle música a mis letras.

Todas las notas que me imagino,

chocan contra el cristal creyéndose libres.

 

Hubo un tiempo en el que dejé de desearlo,

pues ya escribían para mí.

Pero hay que nacer con ello y tú careces de todo indicio de rima.

 

Ya me cuento las sílabas yo sola.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantástico, sin palabras, mudo, sin ceguera, ojos que flaquean bañando el mar. Impresionante Pequeña Gran Eva!!!