Yo estaba enamorada.
Lo veía y me prendaba
de su hoyuelo,
Cuando sonreía
iluminaba la sala y la ciudad entera.
Incluso a veces solo
estaba ahí, haciendo acto de presencia.
Sus ojos negros,
grandes, me miraban e intentaban encontrar la respuesta a mi cabeza.
Sus ojos con esa
expresión como de quien siempre está esperando la vida pasar.
La que nunca
llegaba.
Me encantaba todo de
él.
Le miraba el pelo y
sentía que era indomable.
¿Cómo iba a gustarme
tanto ese pelo?
Sin forma, sin color
casi,
pero en cambio tan
brillante.
Tan suyo.
Me miraba en el
espejo y estaba enamorada del reflejo.
Pero ya no veo lo que
debería ver.
No sé qué sentir.
Es como que miro y no
sé quién es.
“Eres tú” me digo.
Y lloro, porque me
desconozco.
Lloro porque odio la
sensación de no mirarse.
Estaba enamorada de mí.
Pero es que yo misma
me he abandonado.
Y ¿Por qué?
Eso solo está en su
cabeza.
No en la mía.
Sino en la de los ojos
que me miran.
1 comentario:
Fantástico, sin palabras, mudo, sin ceguera, ojos que flaquean bañando el mar. Impresionante Pequeña Gran Eva!!!
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