Hace un mes que te espero,
no hago otra cosa desde que decidí volver a mi.
Pero no te voy a llamar,
no te voy a agarrar,
voy a dejar que vengas si puedes,
si quieres...
Hace un mes que dejo que las cosas salgan solas
y mis dedos se deslizan autómatas por las teclas,
pidiendo por algo que costó entender que necesitaba.
Tanto que, mientras iba y venía,
cegada con la idea equivocada,
arrugaba las esquinas de tus palabras
y las tiraba a la basura.
Así, sin más, hace un mes que opto por aguardarlo,
doblando, esta vez, las esquinas poco a poco,
formando figuras que vuelan y dan vueltas por entre tus huecos,
entre tus vetas,
entre las líneas que forman tus frases sobre mi cabeza.
Hace un mes que me di cuenta de ti y es curioso porque siempre has estado,
aunque nunca te haya visto.
Quizá porque, aunque no me acompañases,
todos los días estabas sobre la punta de la lengua.
1 comentario:
Lindos dedos autómatas,
que destrozan letras
letras de amor en su día,
se fueron así
divididas en el agua que corre
de una lluvia virtual,
intensa
clara.
Precioso tu texto.
Publicar un comentario