Mi mente no te busca,
pero vacilo sobre el teclado mientras te escribo.
Mi boca no te espera,
pero sonrío cuando hablo de ti en mis sueños.
Tirito sobre la almohada y juraría que no me faltas.
Lo cierto es que me he curado pero acerco la punta afilada sobre las cicatrices,
las cubro de metal,
y es que la única solución es rajar para sangrar la bala que flota en mi estómago.
Mientras canto, tu voz se alza sobre mi cabeza y se me eriza la piel.
Mientras bailo, mis manos te imitan y me cubren entera,
haciéndome pensar que bajo ellas me siento segura.
Aun veo tus ojos en los míos,
el claro entre las nubes,
las copas de los árboles tapando el nubarrón que se avecina y me quiere ahogar.
Las olas a lo lejos me ensordecen y me aíslan de la pista donde los focos me apuntan.
Quieren que salte y me olvide del alcohol de más que ahora me sabe a poco.
Quieren que fume de lo que guardo en el bolsillo,
para que olvide lo que ya ha caído.
Así que les hago caso.
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