Aun cuando me asomo
al balcón para mirar la calle me imagino que sus canciones son mías.
Que mis historias
cuentan un buen final y no uno vacío.
Intento plasmar
felicidad en mis escritos y lo único que consigo es compararme con las nubes.
Que flotan por encima
de nuestras cabezas sin descargar su ira contra nosotros,
porque aun no ha
llegado la temporada de lluvias y el cigarro no se apaga con los llantos.
Porque ya hace frio
fuera y me abrazo para no notar que me cala los huesos,
que dentro de esta soledad
mi compañía me consuela.
¿Qué es lo que quiere
escuchar?
Mi voz tras las
sábanas,
mi pelo enmarañado
entre las cortinas que lo aíslan del mundo de fuera,
mis piernas
enroscadas en su costado mientras grita que la vida nunca le dio lo que él
pedía.
Intentando que le
llene los vacíos,
aun cuando tengo el
corazón aislado de sentimientos.
Intentando que le
cubra las ausencias con mis manos pequeñas sobre la hendidura de su espalda.
Inmiscuyéndome, si me
lo permitiera, entre los chorros de agua que chocan contra el mar de olas que
crea solo con tocarme.
¿Eso es lo que quiere
ver?
A mi, convertida es
una cascara vacía,
en una piel seca y
oscura por el paso del tiempo,
de las tempestades,
de las que creó entre
mis pies para poder saltarlas cuando él quisiera.
olvidó el primer
roce,
el primer suplicio
que me hizo gritar su nombre.
Olvidó lo que me
costó adentrarme en su cueva aun sabiendo que me tendría que enfrentar a los
cuarenta ladrones.
Se sabía el camino de
memoria pero prefirió hacerse el perdido rogando por una luz que lo guiase.
1 comentario:
Pura tristeza y dolor,
dolores agudos
finos como puntas de agujas,
duro invierno
de su ausencia,
de su calor.
Si es real es duro, si no lo es,
es precioso.
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