Por ti he deshecho mis miedos y los he colocado en fila india por orden alfabético,
a ver si al llegar a tus iniciales se vuelven en contra tuya y puedo por fin liberarlos.
Por ti he escalado mi historia y le he colocado una bandera blanca en la cima,
para verla desde lejos cuando me hunda y sonreírle a mis objetivos.
Por ti aprendí a saltar de rama en rama para hacer ramos de rosas con los que decorar mi cuarto,
temiendo, muy a mi pesar, que las flores muertas se llevara tu olor de mi almohada.
Hice tantas cosas por ti sin darme cuenta de que estaba haciéndolas por mi,
que ahora suelto mi pelo en lo alto de los miradores para que el viento se lleve el poco tinte que me queda de tus ojos al despertar.
Leí los posos del café
y me encontré con un bosque encantado que me llamaba a gritos desde el balcón de los enamorados,
para decirme que, habiéndome derrotado por completo,
la victoria me aguardaba al ganarme a mi misma.
Que me abrace en cuerpo y alma,
y que al dejar de tiritar podría entrever los acantilados de tus labios,
para darme cuenta de que la caída no era tan alta si la veía desde mi propia ventana.
Y es que me alegro tanto de que me enseñaras tantas cosas,
que ahora lo celebro con una cerveza a mi salud.
Fumando las esquirlas de madera de los bosques de hadas y monstruos endemoniados.
Para convencerme de que el miedo solo era una visión que instalaste en mis ojos,
para que no pudiera ver el oasis entre tanto desierto árido.
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